西语童话:Loschanclosdelasuerte(3)
??Pero esto es espantoso, no reconozco la calle del Este, no hay ninguna tienda! Sólo veo casas viejas, míseras y semiderruidas, como si estuviese en Roeskilde o Ringsted. ?Yo estoy enfermo! Pero de nada sirve hacerse imaginaciones. ?Dónde diablos está la casa del Agente? ésta no se le parece en nada, y, sin embargo, hay gente aún. ?Ah, no hay duda, estoy enfermo!?. Empujó una puerta entornada, a la que llegaba la luz por una rendija. Era una posada de los viejos tiempos, una especie de cervecería. La sala presentaba el aspecto de una taberna del Holstein; cierto número de personas, marinos, burgueses de Copenhague y dos o tres clérigos, estaban enfrascados en animadas charlas sobre sus jarras de cerveza, y apenas se dieron cuenta del forastero. -Usted perdone -dijo el Consejero a la posadera, que se adelantó a su encuentro-. Me siento muy indispuesto. ?No podría usted proporcionarme un coche que me llevase a Christianshafen? La mujer lo miró, sacudiendo la cabeza; luego le dirigió la palabra en lengua alemana. Nuestro consejero, pensando que no conocía la danesa, le repitió su ruego en alemán. Aquello, a?adido a la indumentaria del forastero, afirmó en la tabernera la creencia de que trataba con un extranjero; comprendió, sin embargo, que no se encontraba bien, y le trajo un jarro de agua; y por cierto que sabía un tanto a agua de mar, a pesar que era del pozo de la calle. El Consejero, apoyando la cabeza en la mano, respiró profundamente y se puso a cavilar sobre todas las cosas raras que le rodeaban. -?Es éste ?El Día? de esta tarde? -preguntó, sólo por decir, algo, viendo que la mujer apartaba una gran hoja de papel. Ella, sin comprender la pregunta, le alargó la hoja, que era un grabado en madera que representaba un fenómeno atmosférico visto en Colonia. -Es un grabado muy antiguo -exclamó el Consejero, contento de ver un ejemplar tan raro-. ?Cómo ha venido a sus manos este rarísimo documento? Es de un interés enorme, aunque sólo se trata de una fábula. Se afirma que estos fenómenos lumínicos son auroras boreales, y probablemente son efectos de la electricidad atmosférica. Los que se hallaban sentados cerca de él, al oír sus palabras lo miraron con asombro; uno se levantó, y, quitándose respetuosamente el sombrero, le dijo muy seri -Seguramente sois un hombre de gran erudición, Monsieur. -?Oh, no! -respondió el Consejero-. Sólo sé hablar de unas cuantas cosas que todo el mundo conoce. -La modestia es una hermosa virtud -observó el otro- Por lo demás, debo contestar a su discurs mihi secus videtur; pero dejo en suspenso mi juicio. -?Tendríais la bondad de decirme con quién tengo el honor de hablar? -preguntó el Consejero. -Soy bachiller en Sagradas Escrituras -respondió el hombre. Aquella respuesta bastó al magistrado; el título se correspondía con el traje. ?Seguramente -pensó- se trata de algún viejo maestro de pueblo, un original de ésos que uno encuentra con frecuencia en Jutlandia?. -Aunque esto no es en realidad un locus docendi -prosiguió el hombre-, les ruego que se dignen hablar. Indudablemente habrán leído mucho sobre la Antigüedad. -Desde luego -contestó el Consejero-. Me gusta leer escritos antiguos y útiles, pero también soy aficionado a las cosas modernas, con excepción de esas historias triviales, tan abundantes en verdad. -?Historias triviales? -preguntó el bachiller. -Sí, me refiero a estas novelas de hoy, tan corrientes. -?Oh! -dijo, sonriendo, el hombre-, sin embargo, tienen mucho ingenio y se leen en la Corte. El Rey gusta de modo particular de la novela del Se?or de Iffven y el Se?or Gaudian, con el rey Artús y los Caballeros de la Tabla Redonda; se ha reído no poco con sus altos dignatarios. -Pues yo no la he leído -dijo el Consejero-. Debe de ser alguna edición recientísima de Heiberg. 相关资料 |