西语阅读学习资料:《一千零一夜》连载十四
Al ver a Hassán Badreddin y ad-vertir su hermosura, sus encantos Y su rostro luminoso cual la luna cre-ciente, las mujeres se emocionaron hasta casi quedarse sin aliento y perder la razón. Y ardía cada cual en deseos de abrazar a aquel joven maravilloso, y traerte a su regazo, permaneciendo unidos un a?o, o un mes, o siquiera una hora. Y en un momento dado, todas estas mujeres, no pudiendo resistir por más tiempo, se descubrieron el rostro, levantando el velillo. ?Y se mostraron sin pudor, olvidando la presencia del jorobado! Y todas se acercaron a Hassán Badreddin para admirarle más de cerca y decirle palabras de amor, o siquiera gui?arle un ojo para que pudiese comprender cuánto le deseaban. Y además las danzarinas y las cantoras ponderaban la generosidad de Hassán, alentan-do a las damas a que le sirviesen lo mejor posible. Y las damas decían: “?Por Alah! ?He aquí un hermoso joven! ?Este sí que puede dormir con Sett El-Hosn! ?Nacieron el uno para el otro! ?Confunda, pues, Alah a ese maldito jorobado!” Y mientras las damas seguían ala-bando a Hassán y lanzando impre-caciones contra el jorobado, las ta?e-doras de instrumentos rompieron a tocar, se abrió la puerta de la cámara nupcial y la novia Sett El-Hosn entró en la sala de festejos rodeada de eunucos y doncellas. Sett El-Hosn, hija del visir Cham-seddin, apareció en medio de su servidumbre, y brillaba como una hurí. Las otras, comparadas con ella, no eran más que unos astros que formaran su cortejo, como las estre-llas que rodean a la luna al salir de una nube. Se había perfumado con ámbar, almizcle y rosa, y su peinada cabellera brillaba bajo la, seda que la cubría. Sus hombros admirables marcábanse a trayés de su traje- suntuoso. Iba de un mdo regio: entre otras galas, llevaba un vestido bordado de oro rojo, con dibujos de pájaros y flores. Y esto era el traje exterior, pues los interiores sólo Alah sería- capaz de conocerlos y estimarlos en su verdadero mérito. En la garganta lucía un collar que suponía incalculables millares de di-narés. Y cada una de sus piedras era de tal valor, que ningún mortal, ni el rey en persona, las había visto iguales. En una palabra, Sett El-Hosn apa-recía tan hermosa como la luna llena en la decimacuarta noche. Y Hassán Badreddin seguía sen-tado entre el grupo de damas, causan-do la admiración de todas. Y la novia avanzó con un gracioso movimiento, dirigiéndose hacia el estrado. Enton-ces el jorobado se levantó y quiso besarla. Pero ella, horrorizada, lo rechazó y fue a colocarse rápida-mente al lado del hermoso Hassán. ?Y pensar que era su primo, y ella no lo sabía, lo misma que él! Y todas las damas se echaron a reír, principalmente cuando la novia se detuvo ante el hermoso Hassán, por el cual se sintió al instante abra-sada en deseos, y exclamó, levan-tando al cielo las manos: “?Alahum-ma! ?Haz que este hermoso joven sea mi marido, y líbrame de ese pala-frenero jorobado!” Entonces, Hassán Badreddin, si-guiendo las instrucciones del efrit, metió la mano en su bolsillo y la sacó llena de oro, echándoselo a pu?ados a las servidoras de Sett El--Hosn y a las cantoras y danzarinas, que exclamaron: “?Ojalá poseas a la novia!” Y Badreddin correspondió con una gentil sonrisa a este deseo y a las felicitaciones. Y el jorobado se veía, durante esta escena, abandonado de todos; y ha-llábase solo, más feo que un mico. Y todas las personas que por casua-lidad se le acercaban, a pasar junto a él apagaban la vela en se?al de burla. Y así permaneció algún tiem-po, aburriéndose y poniéndose cada, vez de peor humor. La novia dio la vuelta al salón siete veces consecutivas, vestida cada una de diferente modo, y seguida por todas las damas, y se paraba a cada vuelta delante de Hassán Ba-dreddin El-Bassrauí. Y cada traje nuevo era mucha más hermoso que el anterior, y cada aderezo infinita-mente superior a los otros aderezos. Y mientras avanzaba lentamente la novia, las ta?edoras hacían maravi-llas y las cantoras decían las cancio-nes más apasionadamente amorosas y excitantes, y las danzarinas, acom-pa?ándose con las panderetas, salta-ban como pájaros. Y Hassán Badred-din El-Bassrauí no dejaba de lanzar pu?ados de oro, esparciéndolo por todo el salón, y las mujeres se preci-pitaban a recogerlo para tocar algo que hubiera pasado por la mano del joven. Y el jorobado presenciaba to-do esto muy desolado. Y su desola-ción aumentaba cada vez que veía a una de las mujeres volverse hacia Hassán. Y todo el mundo reía. Terminada la séptima vuelta, se acabó la boda, que había durado gran parte de la noche. Y las ta?edo-ras dejaron de pulsar los instrumen-tos, las danzarinas y las cantoras se detuvieron, pasando con todas las damas por delante de Hassán, besán-dole la mano o tocándole la orla del traje. Y todo el mundo le miraba al salir, haciéndole entender que no se moviera de aquel sitio. Y en efecto, sólo quedaran en el salón el joven Hassán, el jorobado y la novia con su servidumbre. Entonces las doncellas se levaron a Sett El-Hosn a la estancia destinada a desnu-darse, quitáronla uno por uno los vestidos, diciendo al caer cada pren-da: “?En nombre de-Alah!” para librarla del mal de ojo. Y después se fueron, dejándola sola con su vieja nodriza, que antes de conducirla a la cámara nupcial tenía que aguar-dar que entrase primero el novio jorobado. 相关资料 |