西语阅读学习资料:《一千零一夜》连载九
HISTORIA DEL VISIR NUREDDIN, DE SU HERMANO EL VISIR CHAMSEDDIN Y DE HASSAN BADREDDIN Entonces, Giafar Al-Barmaki dijo: “Sabe, ?oh Comendador de los Creyentes! que había en el país de Mesr un sultán justo y benéfico. Este sultán tenía un visir sabio y prudente, versado en las ciencias y las letras. Y este visir, que era. muy viejo, tenía dos hijos que parecían dos lunas. El mayor se llamaba Chamseddin y el menor Nureddin; pero Nureddin, el más peque?o, era ciertamente más guapo y mejor for-mado que Chaniseddin, el cual, por otra parte, era perfecto. Pero nadie igualaba en todo el mundo a Nured-din. Era tan admirable, que en nin-guna comarca se ignoraba su hermo-sura, y muchos viajeros iban a Egip-to, desde los países más remotos, sólo por el gusto de contemplar su per-fección y las facciones de su rostro. Pero quiso el Destino que falle-ciera su padre el visir. Y el sultán se condolió mucho. Enseguida man-dó llamar a los dos jóvenes, hizo que se aproximaran a él, les regaló trajes de honor, y les dijo: “Desde ahora desempe?aréis junto a mí el cargo de vuestro padre:” Entonces ellos se alegraron, y besaron la tie-rra entre las manos del sultán. Des-pués hicieron que duraran todo un mes las exequias fúnebres de su padre, y en seguida empezaron a desempe?ar su nuevo cargo de visi-res, y cada uno ejercía durante una semana las funciones del visirato. Y cuando el sultán salía de viaje, sólo llevaba consigo a uno de los dos hermanos. Y una noche entre las noches, ocurrió que el sultán tenía que salir a la ma?ana siguiente, Y habién-dole tocado el cargo de visir aquella semana a Chamseddin, el mayor, los dos hermanos departían sobre asuntos diversos para entretener la velada. En el transcurso de la con-versación, el mayor dijo al menor: “?Oh hermano mío! creo que debe-mos pensar en casarnos, y mi inten-ción es que nos casemos la misma noche.” . Y Nureddin contestó: “Há-gase según tu voluntad, ?oh hermano mío! pues estoy de acuerdo contigo en esta y en todas las cosas.” Y convenido ya entre los dos este pri-mer punto, Chamseddin dijo a Nureddin: “Cuando, gracias a Alah; nos hayamos unido con dos jóvenes, y suponiendo que nuestras mujeres conciban la primera noche de nues-tras bodas, y que luego den a luz en un mismo día (?si Alah lo quiere!) tu esposa un ni?o y la mía una ni?a; tendremos que casar uno con otro a los dos primos.” Y Nureddin repuso: “?Oh hermano mío! ?y qué piensas pedir entonces como dote a mi hijo para darle a tu hija?” Y Chamseddin dijo: “Pediré a tu hijo, como precio de mi hija, tres mil dinares de oro, tres huertos y tres de los mejores pueblos de Egipto. Y realmente esto será bien poca cosa, comparado con mi hija. Y si tu hijo no quiere aceptar ese contrato, no habrá nada de lo dicho.” Al oírlo, respondió Nureddin: “Pero ?estás so?ando? ?Qué dote quieres pedirle a mi hijo? ?Has olvidado que somos dos hermanos, y hasta dos visires en uno solo? En vez de esas exigencias, deberías ofrecer como presente tu hija a mi hijo, sin pensar en pedirle ninguna dote. Además, ?no sabes que el varón vale siempre más que la hembra? Y he aquí que el varón es mi hijo, ?y aún aspiras a que lleve la dote, cuando es tu hija quien debiera traerla? Obras como aquel comerciante que no quiere, vender su mercancía, y para asustar al parroquiano empieza por pedirle cuatro veces su precio.” Entonces dijo Chamseddin: “Sin duda te figu-ras que tu hijo es más noble que mi hija, lo cual demuestra que care-ces en absoluto de razón y sentido común, y sobre todo de agradeci-miento. Porque al hablar del visirato, olvidas que tan altas funciones me las debes a mí solo, y si te asocié conmigo, fue por lástima únicamente, para que pudieses ayudarme en mi labor. ?Pero, en fin, ya está dicho! Puedes creer lo que gustes; porque yo desde el momento en que piensas así, ?ya no quiero casar a mi hija con tu hijo ni aun a peso de oro!” Mucho le dolieron estas palabras a Nureddin, que contestó: “?Tampoco yo quiero casar a mi hijo con tu hija!” Y Chamseddin replicó enton-ces: “Pues no hay para qué hablar más del asunto. Y como ma?ana tengo que marchar con el sultán, no dispongo de tiempo para que com-prendas lo inconveniente de tus pala-bras. Pero después, ?ya verás! ?Cuan-do regrese, si Alah lo permite, suce-derá lo que ha de suceder!” 相关资料 |